Interpretando nuestros silos

Por Leandro O. Abdelhadi, M.V., M.Sc.

Las estimaciones locales son fiel reflejo de que si algo ha crecido exponencialmente en el país es el área de cultivos con destino a silajes, pasando de unas 100.000 has en 1998 (según datos del Propefo) a mas de 1.300.000 has ensiladas en la última campaña (2010/2011). Este crecimiento no parece acompañarse del conocimiento básico necesario para maximizar la producción de carne y leche a partir de nuestros silos, lo cual tiene su origen no solo en desinformación sino además en una experiencia que no se termina de consolidarse en quienes día a día usan los silos. Por ello es imperioso tomarse el tiempo para determinar los por qué y los cómo logramos un silo u otro, para evitar repetir errores y así consolidar todo ello en experiencia.

La intensión del presente artículo simplemente ayudar al lector a interpretar el silo que tiene frente a sus ojos, y la siguiente es una lista de problemas comunes que vemos en el campo y de qué forma práctica podemos interpretarlos:

• Olor a ácido acético o vinagre
Generalmente es resultado de una mala fermentación, durante la cual prevalecieron las bacterias productoras de ácido acético, que transforman los azúcares disponibles en este ácido. Ensilar materiales con alto nivel de humedad y bajo contenido de azúcares suele ser la causa. Las bacterias lácticas, idealmente, deben predominar en la fermentación del silo y generar un ácido (el láctico) que es inodoro, o sea que si uno frota silo en sus manos y las sacude, no debería quedar ningún tipo de olor.


• Silaje caliente
Esto ocurre generalmente cuando el silo es llenado lentamente o la compactación no es la suficiente. De esta manera no se elimina el oxígeno y por ende permite que los microorganismos respiren y como consecuencia se genere calor. Lo mismo ocurre cuando el frente del silo es demasiado grande para la cantidad extraída diariamente, materiales ensilados demasiado secos, tamaño de picado demasiado grande o mantas o bolsas que se rompen. O sea temperatura es sinónimo directo de aire presente y microorganismos indeseables consumiendo nutrientes valiosos que ya no estarán disponibles para el animal.

• Silaje marrón oscuro o negro.
Esto es una consecuencia del punto anterior, indicando daño por alta temperatura, que lleva a una reacción irreversible entre componentes de la planta (Maillard) provocando ese cambio de coloración. El color oscuro y el olor acaramelado o atabacado, generalmente se debe a una mala compactación, forrajes demasiado maduros o con bajo contenido de humedad, o tamaño de picado demasiado grande, lo cual genera mas que fermentaciones, respiraciones indeseables debidas a la presencia de oxígeno. Esa exposición al aire termina con una transformación de acido láctico en alcohol por parte de levaduras siendo el olor de estos silos atabacado y alcohólico.

• Olor a leche cortada o acido butírico.
Este olor es generalmente causado por fermentación por bacterias clostridiales (similares a las que generan enfermedades como Mancha o Botulismo) que transforman los azúcares del forraje en ácido butírico en vez de ácido láctico. Este tipo de fermentación ocurre debido al ensilado de materiales con bajo porcentaje de Materia Seca (MS) y bajo contenido de azúcares, ambas condiciones adversas al desarrollo de bacterias lácticas, y más aún si estamos ante forrajes proteicos (soja, alfalfa) que generalmente por tener alta capacidad buffer (difíciles de acidificar) requieren mucho más ácido para generar silos estables (en dónde cese la actividad microbiana).

• Olor a alcohol.
Esto es típico de silos donde la fermentación fue dominada por levaduras, que transforman las azúcares en alcohol. Algunos forrajes con alta población natural de levaduras como la caña de azúcar y suficiente sustrato, dan este tipo de fermentación siempre; pero no debemos olvidar que las levaduras también se alimentan del ácido láctico producido en cualquier silo, por lo que no permiten el descenso del pH durante el proceso y además ya en la fase de extracción (con oxigeno nuevamente) son las primeras responsables de pérdidas en calidad y cantidad. Es común que a esto se sume el desarrollo de hongos, con el consiguiente desperdicio de grandes porciones del material y riesgo de presencia de metabolitos tóxicos generados por ellos (micotoxinas). En definitiva es un fenómeno asociado a la presencia de oxígeno que es quien permite la actividad de estos microorganismos.

• Excesiva generación de efluentes
La generación de efluentes ocurre cuando ensilamos materiales con contenido de MS demasiado bajo. Otra causa de este fenómeno puede ser un tamaño de picado muy pequeño o cuchillas desafiladas que rasgan el forraje aumentando el daño de los tejidos vegetales incrementando la pérdida de agua. Por ejemplo para maíz si uno ensilara con porcentajes de materia seca superiores al 30%, la producción de efluentes se minimizaría.

• Inestabilidad aeróbica
El deterioro rápido del material una vez que abrimos el silo y comenzamos a darlo de comer puede originarse en varias causas, entre ellas: tasa de extracción o velocidad de avance lenta (silos de frente muy grande), altas poblaciones de organismos problema como levaduras y hongos, porcentaje de MS demasiado altos o avanzado estado de madurez al ensilar, bajo contenido de azúcares al momento del picado, malas compactaciones que originan inadecuadas fermentaciones, etc. Las raciones basadas en silajes inestables aeróbicamente no deberían dejarse en el comedero durante un período largo, sobre todo en verano.

• Silos mohosos
La presencia de oxígeno debido fundamentalmente a una compactación insuficiente, un inadecuado sellado, o una fermentación lenta son los principales factores que contribuyen al desarrollo de hongos en los silos.

El objetivo principal cuando se confeccionan silajes es lograr que la fermentación (proceso que ocurre en ausencia de oxígeno) comience lo más rápido posible y con ello alcanzar un pH menor a 5 en el menor tiempo posible. Esto puede lograrse solamente si se siguen las siguientes premisas:

• Llenar el silo lo más rápidamente posible, sin descuidar la compactación, de manera de minimizar la exposición del forraje al oxígeno.
• Asegurar que las cuchillas estén afiladas y el tamaño de picado sea el correcto.
• Ensilar en el momento óptimo para cada forraje.
Además de estas de prácticas de manejo, existen algunas tecnologías que ayudan en este proceso. En ese sentido, la elección de híbridos adecuados, el uso de inoculantes bacterianos y selladores de superficie, un tapado o embolsado adecuado, y en especial una extracción planificada son puntos determinantes en el resultado final de un largo proceso que tiene por objetivo producir carne, leche y porque no energía como ya es un hecho en algunos países del mundo y está comenzando en Argentina.

 

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