Cuando el clima complica la campaña |
Esperando al Contratista |
Información publicada en Suplemento Clarin Rural |
Escrito por: Hector A Huergo |
"¿Cuándo llega a hacerme el silo, que el maíz se me está pasando?" Los contratistas están recibiendo una metralla de llamadas. Las permanentes lluvias no los dejan avanzar de acuerdo a lo programado, y eso hace crecer la preocupación respecto a las consecuencias de eventuales atrasos en la ensilada. ¿Hasta cuándo puedo esperar para picar el maíz?, es la pregunta que todos se hacen. |
Hasta hace un par de años, la respuesta era bastante sencilla: no se podía demorar nada. Ahora las cosas cambiaron. Con las picadoras "de antes" y los silos forrajeros convencionales (bunker, puente, torta, con o sin cobertura plástica) había que adelantar la picada. Cuando la planta comenzaba a secarse, las máquinas dejaban pasar chala sin picar y se complicaba la pisada. El silo esponjoso, que "rebota" no bien pasa el tractor, demuestra que el material está "pasado", no se puede excluir totalmente el oxígeno y se obtiene finalmente una pobre fermentación. Para evitar daños mayores, los técnicos coincidían en que había que hacer el silo con el grano entre lechoso y pastoso. Es en general el momento en que la planta se encuentra aún verde. Previniendo lluvias y sobre todo roturas, cuando se trataba de un silo grande la recomendación era empezar con grano lechoso. Este es la idea que prevalece al día de hoy, y es lo que pone nerviosos a los productores cuando ven que se atrasan los contratistas y el maíz avanza en su madurez. Pero es un crimen interrumpir el llenado del grano, cuando están dadas todas las condiciones para que las espigas se carguen bien. Un silo con más almidón en el grano no sólo dará más kilos brutos por hectárea, sino que, sobre todo, tendrá más concentración energética. En consecuencia, teóricamente más vale atrasar la picada que adelantarla. Lo ideal es seguir la línea de leche: no empezar antes que ésta alcance la mitad del grano. El momento óptimo es cuando la línea de leche llega a un 20% del final. Estas mismas picadoras de gran capacidad y calidad de picado cuentan además con quebradores de granos (corn crackers) que mejoran aún más la eficiencia forrajera cuando el grano está maduro. Tanto el tamaño del picado como su condición homogénea ayudan al compactado. Sin embargo, acá hay una cuestión central: el tipo de estructura y el grado de hermeticidad de la instalación en la que se almacenará el material. Si por el contrario se emplean estructuras herméticas (silos Harvestore, silos torre de hormigón o bolsas plásticas), el oxígeno se consume rápidamente y se logra un ensilado sin pérdidas aún cuando el material esté "pasado". Mi experiencia personal, en una etapa en la que me dedicaba a hacer silo de maíz como contratista, confirma las impresiones que uno trae de Estados Unidos. Recuerdo que en 1983, por primera vez, Rafael Llorente en la estancia Mitikile (Arenaza, partido de Lincoln) había sembrado un híbrido precoz. Contrató la ensilada para el 15 de enero pero yo, como típico contratista, llegué recién a fin de mes. Como la importación era inviable, yo había aceptado una propuesta de don Darío Minervino, que se ofreció a fabricarme una picadora tomando como base a la John Deere que había entrado en la época de Martínez de Hoz. La máquina se terminó justo cuando mi equipo llegaba a Mitikile. Tras el reto de rigor, acordamos con Llorente probar la máquina nueva en el maíz precoz y meter el material picado en una fosa pequeña. Fue increíble. La máquina picaba finito y parejo, los camiones descargaban como si todo fuera grano, y la compactación en la fosa era bastante fácil. Se llenó el pozo, se pisó un día más y se tapó con film de polietileno y tierra arriba. Salió un silo impresionante. La clave fue haber picado bien, lo que facilitó la eliminación del oxígeno durante la compactación. Y el sellado (gracias a la trinchera y la cobertura con lona y tierra) completó el éxito. Por eso, la irrupción de las embolsadoras en el mercado nacional, además de permitir una reducción de las pérdidas de piso y superficie, constituyen en esta campaña una herramienta para zafar del cepo climático. Y a largo plazo modificará la cultura del ensilado, permitiendo importantes ganancias de materia seca total y del valor forrajero del silo de maíz. |